En el anterior Mundial de Sudáfrica 2010 yo pronostiqué y acerté rotundamente que con “Chemo” Del Solar como entrenador no íbamos al mundial, a pesar del auspicioso empate con Brasil (y Uruguay) y que motivó el festín del Golf Los Incas.
Y es que siendo el “Chemo”, en su época de jugador amarrador y argollero, quien comenzó la mala costumbre de negarse a jugar por la selección, nunca iba a ser capaz de imponer autoridad (con que autoridad le podría pedir a Pizarro que se quite el ipod y sude la camiseta por el Perú) ni armar un equipo que juegue en conjunto (los “extranjeros” siempre se creyeron - y se creen - mejores que el resto de jugadores y con derechos por encima del entrenador, basta con escucharlos abrir la boca); por lo que el descalabro era evidente.
Conversaba sobre esto y nuestras posibilidades en el Mundial Brasil 2014, con Juan y otros colegas de la oficina:
Juan: Entonces Elmo, ¿tampoco apoyas a la selección de Markarian?
Elmo: Si convoca a los pizarros, solanos, farfanes, guerreros y mendozas, no podría apoyarlo.
Juan: A ver dime, ¿Cuándo juegue el Perú a quién vas a apoyar?
Elmo: Al que juegue mejor, recuerda que yo no soy hincha, soy amante del buen fútbol, así se juegue en la canchita de mi barrio.
Juan: Pero ellos son peruanos como tú y son los más seleccionables que tenemos.
Elmo: Mira Juan, te lo voy a poner fácil, yo puedo perdonar que mi esposa no sepa cocinar, que no sepa planchar mis camisas blancas, incluso su inexperiencia en la cama, lo que no podría perdonar es que ella hiciera poses con otros y no las haga conmigo.
(inserte risas aquí)
Por tanto, si se perdona a quienes meten goles por otros equipos y no con la selección, se estaría convalidando la traición, se perdería la unidad del grupo y el principio de autoridad, sin los cuales no hay equipo posible y sin EQUIPO nos despedimos por adelantado de Brasil 2014.
Profe Markarian, no tropiece usted con las mismas piedras.
Elmo Nofeo
D.T. Honoris Causa
Y es que siendo el “Chemo”, en su época de jugador amarrador y argollero, quien comenzó la mala costumbre de negarse a jugar por la selección, nunca iba a ser capaz de imponer autoridad (con que autoridad le podría pedir a Pizarro que se quite el ipod y sude la camiseta por el Perú) ni armar un equipo que juegue en conjunto (los “extranjeros” siempre se creyeron - y se creen - mejores que el resto de jugadores y con derechos por encima del entrenador, basta con escucharlos abrir la boca); por lo que el descalabro era evidente.
Conversaba sobre esto y nuestras posibilidades en el Mundial Brasil 2014, con Juan y otros colegas de la oficina:
Juan: Entonces Elmo, ¿tampoco apoyas a la selección de Markarian?
Elmo: Si convoca a los pizarros, solanos, farfanes, guerreros y mendozas, no podría apoyarlo.
Juan: A ver dime, ¿Cuándo juegue el Perú a quién vas a apoyar?
Elmo: Al que juegue mejor, recuerda que yo no soy hincha, soy amante del buen fútbol, así se juegue en la canchita de mi barrio.
Juan: Pero ellos son peruanos como tú y son los más seleccionables que tenemos.
Elmo: Mira Juan, te lo voy a poner fácil, yo puedo perdonar que mi esposa no sepa cocinar, que no sepa planchar mis camisas blancas, incluso su inexperiencia en la cama, lo que no podría perdonar es que ella hiciera poses con otros y no las haga conmigo.
(inserte risas aquí)
Por tanto, si se perdona a quienes meten goles por otros equipos y no con la selección, se estaría convalidando la traición, se perdería la unidad del grupo y el principio de autoridad, sin los cuales no hay equipo posible y sin EQUIPO nos despedimos por adelantado de Brasil 2014.
Profe Markarian, no tropiece usted con las mismas piedras.
Elmo Nofeo
D.T. Honoris Causa