domingo, 28 de junio de 2009

Moonwalker o exterminador de grillos

Mis preferencias musicales van más bien por el lado de la música tropical (salsa, merengue, son, cumbia, etc.) y de la música criolla; la música pop no es de mi agrado y lo poco que he escuchado de dicho género ha sido debido a un ritmo pegajoso o una letra divertida antes que interesante.

La pegajosa música de Michael Jackson, una coreografía que derrocha arte y creatividad, y la excelente técnica en sus videos han marcado un hito muy alto en la música pop difícil de superar, hasta por él mismo. A pesar de todo, su música no es de mi total agrado y nunca me ha provocado bailarla, aunque si he podido disfrutar de sus videos. No recuerdo haber bailado algo de MJ, ni en discotecas ni entre amigos, lo que haya bailado con el espíritu abarrotado de alcohol y a las dos de la mañana (hora en que uno baila lo que le pongan a tiro, desde un tango hasta un jarabe tapatío) no cuenta, lo más cercano de bailar algo de MJ ocurrió hace un par de semanas y se lo paso a contar a continuación.

Hace un mes, como viene ocurriendo en algunos distritos, una plaga de grillos hizo su aparición por mi barrio, ofreciéndonos a todos los vecinos su concierto Cri-Cri en Ala Mayor, por supuesto que no a todos los vecinos están a gusto con semejante función musical inconsulto y gratis de ocho horas continuadas, pero yo que tengo el sueño pesado (soy capaz de dormirme hasta en la cola del banco) casi ni me afecta.

Pero no vaya a creer que estos bichos musicales son como los grillos sanisidrinos o surcanos de color oscuro y bien papeados casi del tamaño de una langosta (a los que verlos ejecutar su arte sedentaria y reposadamente me recuerda al "Zambo" Cavero) cuyo exterminio es tarea fácil; en su lugar los grillos chalacos son entre amarillo y marrones, de menor tamaño y con una agilidad de un carterista porteño (lo que confirma la regla, a menor tamaño mayor agilidad como ocurre con las chatas), lo que supone más difícil el acabar con ellos.

Una noche regresábamos con mi esposa luego de un día duro y agotador (y lo menos que teníamos en mente era oír el repetitivo y aburrido concierto de grillos), pero al llegar a casa nos dimos con la sorpresa que la banda completa de grillos (en número de casi 50) ya se había instalado en nuestro frontis dispuesto a empezar su concierto apenas estuviéramos adentro, por lo que tuve que sobre la marcha idear un método para su exterminio inmediato:

1.- Me ubique detrás del grillo candidato a ser aplanado, a una distancia prudencial que no lo espante.




2.- Apoyándome en un pie levante el otro sobre el grillo objetivo.



3.- Apunté la punta del zapato hacia abajo para limitar la posibilidad de escape del animal (recuerde que estos animalejos saltan).



4.- Dejé caer el pie.



5.- Arrastré hacia atrás el pie para lograr la evidencia húmeda de la muerte del grillo.



6.- Repetí la operación con los casi 50 grillos esparcidos por todo el patio del frontis.

Estaba en esa tarea cuando mi esposa me grita desde la puerta “Elmo, deja de imitar a Michael Jackson y pasa de una vez”.


jueves, 18 de junio de 2009

Herejía

Me enseñaste a confiar en los demás,
pero sobretodo me enseñaste a confiar
en la firmeza de mi espíritu,
en la capacidad de mi intelecto, y
en la fuerza de mis brazos.

Me enseñaste el verdadero valor del dinero,
en una cuenta bancaria no vale nada,
en las manos de un amigo vale poco,
en forma de pan o de abrigo en las manos de un necesitado
tiene un valor incalculable.

Me enseñaste que la felicidad es un proceso,
que uno tiene que aprender a ser feliz
con lo que se tiene, sea poco o mucho.
y que tener todo lo que se quiere
nunca es sinónimo de felicidad.

Me enseñaste que las promesas se cumplen,
que los compromisos se respetan,
en nuestra adolescencia,
en lugar de anillos intercambiamos nuestras iniciales,
tú pondrías las mías en tu firma y yo pondría las tuyas en la mía,
desde entonces honrar mi firma es honrar tu memoria.

Me hiciste conocer a Dios,
es el gran amigo en común que tenemos desde entonces,
siento que me escucha más cuando le hablo de tu parte,
sólo él sabe lo que significas para mí.

Me enseñaste que el primer amor puede ser un gran fracaso
si no se cuenta con la madurez necesaria,
me enseñaste que los sentimientos, al igual que los hijos,
tienen sus propias vidas y no es bueno interferir en ellas.

Me enseñaste que el amor no se conjuga con reciprocidad,
que el amor no es compatible con el egoísmo de querer
tener al lado a la persona que se ama.

Y yo te creo,
te creo aun cuando me dices que no es amor
ese indefinido e intenso vacío
que siento cuando te pienso.

Perdona si en ocasiones te sueño,
si me aparezco inopinadamente en tus pensamientos,
perdona mi herejía de creer que juntos podríamos ser más felices.